Publicado por Carmelo Marcén Albero el Martes, 21 Marzo 2017

Los bosques cubren casi un tercio de la superficie del planeta, aunque desigualmente repartidos y con desarrollos muy diferentes. Tienen unos beneficios evidentes, que aprovechan directamente quienes viven cerca: alrededor de 1.600 millones de personas –que sostienen con ellos parte de su economía y dulcifican el día a día– y los animales, plantas y otros seres vivos que en ellos se acomodan (casi el 80% de las especies conocidas). 

Los bosques cubren casi un tercio de la superficie del planeta, aunque desigualmente repartidos y con desarrollos muy diferentes. Tienen unos beneficios evidentes, que aprovechan directamente quienes viven cerca: alrededor de 1.600 millones de personas –que sostienen con ellos parte de su economía y dulcifican el día a día– y los animales, plantas y otros seres vivos que en ellos se acomodan (casi el 80% de las especies conocidas). Pero los bosques extienden sus beneficios sociales y ecológicos por todo el mundo. Procuran materias primas imprescindibles para ciertas tareas constructivas o de consumo, protegen el suelo y evitan la desertificación, atemperan el clima y limpian el aire. Pero los incendios forestales y las talas masivas relacionados con intereses económicos de grandes multinacionales están acabando con ellos –por ejemplo en Indonesia- y dañan la vida de las poblaciones que allí se asientan y custodian el territorio. La FAO propone para este año “Los bosques y la energía”, un buen tema para el debate.

“Al bosque mío entro con raíces,/ con mi fecundidad: De dónde/ vienes?, me pregunta
una hoja verde y ancha como un mapa./ Yo no respondo. Allí/ es húmedo el terreno
y mis botas se clavan, buscan algo,/ golpean para que abran,/ pero la tierra calla.
Callará hasta que yo comience a ser/ substancia muerta y viva, enredadera,/ feroz tronco del árbol erizado/ o copa temblorosa.
Calla la tierra para que no sepan/ sus nombres diferentes, ni su extendido idioma,/ calla porque trabaja/ recibiendo y naciendo:/ cuanto muere recoge/ como una anciana hambrienta:/ todo se pudre en ella,/ hasta la sombra,/ el rayo,/ los duros esqueletos,/ el agua, la ceniza,/ todo se une al rocío,/ a la negra llovizna/ de la selva.
 
El mismo sol se pudre/ y el oro interrumpido/ que le arroja/ cae en el saco de la selva y pronto/ se fundió en la amalgama, se hizo harina,/ y su contribución resplandeciente
se oxidó como un arma abandonada.
Vengo a buscar raíces,/ las que hallaron/ el alimento mineral del bosque,/ la substancia
tenaz, el cinc sombrío,/ el cobre venenoso./ Esa raíz debe nutrir mi sangre./ Otra encrespada, abajo,/ es parte poderosa/ del silencio,/ se impone como paso de reptil:
avanza devorando,/ toca el agua, la bebe,/ y sube por el árbol/ la orden secreta:/ sombrío es el trabajo/ para que las estrellas sean verdes.”

Pablo Neruda

NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA: La sequía planea sobre todos los bosques del planeta, asegura  una reciente investigación .

Publicado en  Eco's de Celtiberia  el Día Internacional de los Bosques

Este contenido es una Historia #PorElClima, encuentra más historias en: Historias